El paso de la vida íntima familiar a la vida compartida con extraños, en una institución, es la situación crucial más importante en la vida del niño, en buena medida su futuro escolar va a depender de esta experiencia de adaptación al nuevo medio de desarrollo y relación.
No todos los niños tienen la misma capacidad de adaptación a esta nueva situación; algunos no tendrán problema, otros tardarán sólo unos días en hacerse al ambiente y otros necesitarán de más tiempo para esta adaptación y familiarización con las nuevas personas con las que empiezan a convivir. Todo dependerá del grado de apoyo y de la actitud tanto de padres como de educadores ante esta nueva situación.
Lo normal es que la inmensa mayoría de los niño/as manifiesten signos de tensión y desagrado que se manifiestan en: dificultades para conciliar el sueño, problemas alimenticios (oposicionismo y/o vómitos,…), berrinches y lloros exagerados a la entrada…; estos signos son transitorios y desaparecerán pronto si los padres no adoptan una actitud ansiosa y proteccionista. Por todo ello nuestra actitud deberá de ser de tranquilidad y serenidad, entendiendo como normales estas respuestas de protesta del niño/a; no obstante deberemos de hacer lo posible para que estos conflictos se minimicen y el trauma sea lo más corto posible.
A nivel de centros este periodo lo consideraremos los 7-10 días primeros de septiembre donde:
- Los niños podrán permanece en el centro el tiempo que padres y educadores entiendan oportuno, aumentando éste progresivamente.
- Los padres podrán permanecer en la clase, participando, con niños/as y educadoras, de la actividad cotidiana para retirarse poco a poco hasta conseguir que su hijo/a se halle plenamente a gusto y confiado en el nuevo ambiente.
- Durante este período, los horarios de salida serán más flexibles y el educador los irá ajustando a las necesidades del grupo y del espacio.
- Por la mañana, en clase, siempre habrá, esperando al niño, un ambiente de juego: niño/a y/o educadora, programando actividades lúdicas atractivas y variadas.
- Pasado este periodo no se producirán marchas atrás, se respetarán estrictamente los horarios de funcionamiento de los centros.
A nivel de familias y educadores tenemos que partir de la base de que debe de existir una total coordinación entre ambas para unificar criterios y sobre todo para consensuar consignas. Igualmente se cuidará el lenguaje y los gestos para evitar la transmisión de tensión, preocupación e inseguridad.
No ceder nunca a los berrinches o la puesta en escena de comportamientos agresivos y de llanto, pero sí permitiendo el llevar al “cole” algún objeto querido por el niño/a que podrá ser utilizado como vehículo de conexión entre su ambiente familiar y su nuevo espacio que en todo momento será cuidado por la educadora para que sea acogedor, atractivo, afectivo y seguro.
Se llevará a cabo una actuación conjunta padres-centro, antes de que el niño se incorpore a la Escuela, para adaptar el horario de éste.